Pierda
Toda Esperanza…
“Lasciate ogne speranza, voi
ch’intrate”, o sea, abandonen toda esperanza, quienes cruzan la puerta del infierno, porque ya no habrá
ninguna posibilidad de redención o de salvación, leía Dante dicha inscripción
en letras terroríficas, acompañado por Virgilio. Entrar al infierno, o sea
vivir en un México sin Poder Judicial autónomo e independiente y sin libertad
de expresión, implica un destino irreversible, pues los condenados estaremos
atrapados indefinidamente, sin esperanza de perdón, sin posibilidad de mejora,
sin luz ni cambio, agregaría yo parafraseando, con el debido respeto, a Dante,
el gigante. A partir del 2 de junio, el día de las lecciones suicidas del Poder
Judicial, padeceremos el final absoluto de toda esperanza, ya que el infierno
es el lugar donde ni la fe ni el arrepentimiento servirán ya: es el reino del
castigo eterno, decía Dante, porque quienes lleguen a este punto lo habrán
hecho por decisiones irreversibles tomadas en vida.
¿Cuál es el futuro inmediato del infierno mexicano
sin árbitros neutrales, en donde haremos justicia con nuestras propias manos,
como en la edad de piedra? Como si lo anterior no fuera suficiente, Sheinbaum
propone, por más que lo niegue, cancelar la libertad de expresión por medio de
una iniciativa
de reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión.
No es mi intención resumir las
críticas a las reformas al Poder Judicial de la Federación ni al sistema de
telecomunicaciones, solo quisiera subrayar que en ambas instancias se
concentrará todo el poder en el Ejecutivo, el autoritarismo en pleno, o sea, la antesala de una
dictadura, pues Sheinbaum, o quien opere su gobierno tras bambalinas, no
permitiría críticas en su desempeño ni tolerará la existencia de contrapesos
políticos, ni rendirá cuentas, ya que se silenciará la disidencia.
Viviremos con más miedo aun, ante la desaparición
de las garantías individuales y del derecho de amparo, víctimas de los abusos
de la autoridad, en un ambiente de autocensura para proteger nuestra seguridad,
que podría ser vulnerada en razón del surgimiento de espías financiados por un
régimen de terror.
Desaparecería el debate público, se apagará la voz
de la conciencia nacional, se perseguirá a los intelectuales críticos por medio
de la represión, la verdad será controlada por el Estado a través de medios de
comunicación o censurados en medio de una política de propaganda tóxica. Solo
se permitirán obras dedicadas a glorificar al régimen y a embrutecer a la
nación. La falta de libertades para criticar decisiones de gobierno, perpetuará
los errores económicos, diplomáticos, educativos y sociales. Surgirán cárceles
clandestinas y levantamientos armados. La devastación de un sistema de
impartición de justicia, conducirá a la pérdida de confianza de los
inversionistas para sepultar al país en el atraso y en la pobreza, como consecuencia
del aislamiento y de la cancelación de provechosos tratados comerciales.
En la Alemania nazi se censuró a la prensa, a la radio,
al cine, a la literatura y al teatro. Quien criticara al régimen era
encarcelado o enviado a campos de concentración. En la URSS, la represión a
escritores, periodistas, científicos y artistas fue brutal, si no glorificaban
al Partido Comunista. Hubo millones de muertos en purgas políticas. En Cuba, la
población carece de Internet libre: todos los medios son estatales y la crítica
política es considerada “contrarrevolucionaria”, los opositores están
encarcelados o exiliados. En Corea del Norte, en la Venezuela de Chávez y de Maduro
o en la República Islámica de Irán, o como ocurrió en la España de Franco, los
contenidos son controlados por el partido en el poder, la televisión y la radio
sólo transmiten propaganda del régimen tiránico. En la China de Mao el “Libro
Rojo” se convirtió en la única fuente aceptable de verdad.
Si desapareciera el Poder Judicial autónomo e independiente
y se extinguiera la libertad de expresión por más que la reforma esté
“pausada”, padeceremos la destrucción de generaciones de talentos, de atraso social,
educativo, económico y científico, que podría volver a despertar al México
bronco de consecuencias imprevisibles.
Estamos por cruzar la puerta del infierno, sin
redención ni salvación ni esperanza ni perdón ni posibilidad de mejora ni luz ni
fe, porque las decisiones irreversibles las tomamos desde la indolencia o la
apatía…